«Soy el hijo de Dios, no la imagen de Kleenex». Con estas palabras criticaba esta mañana Jesucristo la «progresiva degradación de mi imagen personal», constatando que «la mayoría de la gente solo se acuerda de mí cuando alguien estornuda, en vez de mantener vivas mis enseñanzas». Cristo insiste en que su palabra «va mucho más allá de la congestión nasal y la cura del resfriado, para la que ya hay pastillas y jarabes y de todo».
El hijo de Dios amenaza de forma velada con «escuchar otras ofertas», es decir, fichar por otra religión que le vea «como algo más que un homeópata». Se rumorea que habría estado en conversaciones con Mahoma, algo a lo que el Vaticano resta importancia recordando que «la última vez que la Virgen se atrevió a aparecerse ante unos islamistas acabó apedreada».
La posible marcha de Jesús es algo que preocupa a muchos teólogos y fieles por mucho que la Iglesia católica insista en quitarle hierro. «Solo tener que cambiar todos los crucifijos para poner a otra persona ya supondría miles de millones de euros, no nos lo podemos permitir», explica el padre Almunia desde la Santa Sede. «Hay que acostumbrarse a decir ‘Jesús’ más allá de los estornudos, también cuando corremos para coger el autobús, antes de montar en un avión o incluso al invertir en Bolsa», pide el prelado, sugiriendo además que en las redes sociales se sustituyan los «Me gusta» o los retuits por «Jesús».
Manteniéndose firme, Cristo deja claro que estaría dispuesto a un cambio. «Creo que me he sacrificado más que nadie por esta religión», declara, exigiendo «ser algo más que el sustituto gratuito del Frenadol».