Brendan Smyth, cuarenta años como pederasta en la Iglesia católica

LAS CARAS DEL MAL

Fue el primer caso de pederastia de un alto cargo del sacerdocio católico que conmocionó al mundo

“El Mediterráneo no puede convertirse en un gran cementerio”. Con estas contundentes palabras, el papa Francisco I describía el caso Romanones. Uno de los últimos escándalos de pederastia de la Iglesia católica en España, y más concretamente en la ciudad de Granada, ocurrido en noviembre de 2014. Pero fue en la década de los noventa cuando empezaron a salir a la luz muchos de ellos, principalmente en Estados Unidos e Irlanda. Desde 1950, sólo en territorio estadounidense se registraron más de 1.300 incidentes sexuales; y en Irlanda, la práctica del abuso a menores en centros católicos estuvo de lo más normalizado.

De hecho, el famoso “Informe Ryan” reveló cómo la Iglesia encubrió tales delitos, compinchada con la policía y la fiscalía. Uno de los sucesos más estremecedores fue el del sacerdote Brendan Smyth, quien durante más de cuarenta años se valió de su posición para abusar de cientos de menores en todas aquellas parroquias donde fue destinado, entre ellas Belfast, Dublín y Rhode Island.

En la habitación de al lado

Brendan Smyth nació el 8 de junio de 1927 en la localidad irlandesa de Belfast; nada más hemos podido averiguar sobre su época anterior a su secularización en 1945. Es como si la documentación se hubiese ¿esfumado?

Su adhesión a la orden católica de los Norbertinos le permitió tener contacto con niños en estado de vulnerabilidad: la mayoría eran huérfanos y habían recorrido decenas de orfanatos e internados. Incluso muchos de ellos procedían de hogares con problemas, donde Smyth acudía con la excusa de “ayudarles”. Pero la realidad era bien distinta. Mientras los padres permanecían en la habitación de al lado, el sacerdote aprovechaba la ocasión para realizar toda clase de abusos a los menores.

Brendan Smyth durante su etapa como sacerdote católico

Brendan Smyth durante su etapa como sacerdote católico

YouTube

La táctica que empleaba para meterse en el bolsillo a las familias era comportarse de manera amigable y cercana, ganándose así su confianza. Una vez que se había convertido en uno más, se llevaba a los niños con alguna excusa y perpetraba el delito. Muchas veces ni se escondía, o ésa es la conclusión a la que llegamos después de saber que decenas de menores sufrieron todo tipo de vejaciones en lugares como el propio coche del sacerdote, hoteles, cines e incluso el interior de la iglesia donde él residía.

Ayudó mucho su posición como director de la escuela de Rubane House, en Kircubbin, entre 1953 y 1962, de la que poco después se convertiría en director general bajo la Orden de La Salle.

Smyth “abusó sexualmente de los niños que tenía a su cuidado”

Orden de La Salle

Las primeras denuncias de abusos en la escuela comenzaron en el año 1958, cuando precisamente Smyth estaba a cargo de la institución, donde residían setenta niños. Pero no estuvo solo, otros cuatro hermanos también fueron acusados de los mismos delitos. Un total de cincuenta y cinco víctimas afirmaron haber sido objeto de abusos en el interior de Rubane House.

Según publicó el diario Belfast Telegraph el 30 de septiembre de 2014, la Orden de La Salle admitió ante la Historical Institutional Abuse Inquiry que Smyth “abusó sexualmente de los niños que tenía a su cuidado antes, durante y después de su etapa en Rubane”.

Marcada por los abusos

Tenía tan sólo seis años cuando el padre Brendan Smyth abusó de Helen McGonigle. Gracias a la entrevista que el conocido noticiero irlandés Irish Central le realizó en febrero de 2010, la opinión pública pudo conocer de primera mano cómo perpetraba sus crímenes este depredador sexual.

Helen creció en el seno de una familia católica donde el respeto por la Iglesia y el clero eran lo primero. Pertenecían a la Iglesia de Nuestra Señora de la Misericordia y la pequeña acudía junto con su hermana Kathleen al colegio donde Smyth trabajaba. Ambas sufrieron los abusos sexuales del pederasta. Fue el suicidio de su hermana en 2005 lo que provocó en Helen la necesidad de contar lo ocurrido años atrás y desenmascarar a su violador.

Helen McGonigle, una de las víctimas de abusos de Brendan Smyth, portando una foto de cuando era una niña

Helen McGonigle, una de las víctimas de abusos de Brendan Smyth, portando una foto de cuando era una niña.  Globe Staff

La primera vez que Smyth entró en casa de la familia McGonigle fue en 1967 debido a la estrecha relación que mantenía con la abuela. Según el testimonio de Helen, un año más tarde pillaron in fraganti al párroco abusando sexualmente de varios niños en su parroquia. Esto provocó que le enviasen a la Institución Mental de Purdysburn, en Irlanda del Norte, para someterse a un tratamiento. Sin embargo, al salir le permitieron regresar. Aquella circunstancia coincidió con la muerte de Gerry, el tío de Helen, y por supuesto, Smyth no podía dejar de visitar a la familia.

“Puedes llamarme Gerry, como tu tío y tu hermano”, le dijo a Helen durante su primer curso en el colegio. Ése fue el inicio de cuatro años de abusos sexuales. Su forma de atemorizarla era amenazándola con dejar su cuerpo en el bosque si alguna vez se atrevía a contarlo. “Lo tomé como una verdadera amenaza de muerte”, explicaba Helen en la entrevista al Irish Central.

Veronica Guerin cuenta su historia de abusos a manos de Brendan Smyth (23 octubre 1994)

Veronica Guerin cuenta su historia de abusos a manos de Brendan Smyth (23 octubre 1994).  Sunday Independent

Según su testimonio, también hay indicios que llevan a pensar que la madre de Helen y Kathleen también fue violada por Smyth en 1970. Curiosamente, tanto la madre como la abuela fueron las encargadas de denunciarle por pederastia en 1968, pero no tenían pruebas suficientes. Lo que no podían imaginar es que las dos pequeñas también estaban sufriendo toda clase de abusos por parte del clérigo.

Cuando Helen acudió a la Diócesis de Providence (Rhode Island) en 2006 para denunciar a Smyth, le comunicaron que había seis denuncias más contra él. El vicario de la parroquia, Paul Thereoux, intentó “comprarla” ofreciéndole una indemnización por valor de veinticinco mil dólares. Pero ella no accedió y su caso apareció publicado en los medios de comunicación. Otra de las víctimas declaró: “Nadie hubiese creído que un sacerdote de la Iglesia católica podría haber abusado sexualmente de niños”.

Cuatro “diabólicas” décadas

Tras cuarenta años de abusos sexuales, sus víctimas -ahora adultas- decidieron denunciar y buscar justicia. En 1991 fue arrestado, pero tras quedar en libertad bajo fianza desapareció durante tres años en la Abadía de Kilnacrott de su orden, en el condado de Cavan (Irlanda). En 1993 emiten una orden de extradición, pero por temas burocráticos Smyth no logra comparecer ante el tribunal de Belfast hasta un año después. Llegado ese momento, lo declaran culpable de cuarenta y tres cargos de agresión sexual a menores en Irlanda del Norte. Fue condenado a cuatro años de prisión.

Al poco tiempo lo declaran culpable de otros veintiséis cargos y lo sentencian a otros tres años de prisión que debe cumplir simultáneamente. Cumplida la pena, vuelven a arrestarlo y lo extraditan a la República de Irlanda. En 1997 comparece ante el juez en Dublín y le condenan a una pena de doce años por setenta y cuatro cargos de abusos sexuales a menores durante un período de treinta y cinco años.

Momento en el que extraditan al pedófilo Brendan Smyth a Irlanda

Momento en el que extraditan al pedófilo Brendan Smyth a Irlanda.  Getty

Un mes después de la sentencia Brendan Smyth muere de un ataque al corazón a la edad de setenta años en la prisión de Curragh, en el condado de Kildare. Éste fue el primer caso de pederastia a manos de un alto cargo de la Iglesia católica que conmocionó no sólo a Irlanda, sino también al resto del mundo.

En los últimos años, los crímenes de este pederasta han reabierto viejas heridas gracias al testimonio de Brendan Boland, una de sus víctimas, que en su libro Sworn to silence narra los abusos sexuales sufridos a manos de Smyth. Sólo tenía once años y pensaba que el clérigo era un buen hombre.

Brendan Smyth, cuarenta años como pederasta en la Iglesia católica

Brendan Smyth, cuarenta años como pederasta en la Iglesia católica. Independent

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *